martes, 28 de mayo de 2013

La trilogía de Bartimeo


Volvemos a APA con una de las sagas más entretenidas, inteligentes y reveladoras que he leído en mucho tiempo: ¡la saga del genio Bartimeo, Sakhr al-Yinni, N’Gorso el Poderoso y la Serpiente de las Plumas de Plata!



Nos situamos en un Londres actual, cuna de la más fuerte magia que haya sido conocida en todos los tiempos. En una sociedad en la que abunda la corrupción, los asesinatos y las desigualdades sociales, Nathaniel es un joven que por orgullo y amor propio pretende destacar por encima de los de su gremio, siendo atrasado por su mentor Arthur Underwood, mediocre hechicero de Asuntos Internos en Westminster. Llevado por la codicia y la venganza, Nathaniel tratará por todos los medios arrebatar un poderoso artefacto llamado el Amuleto de Samarkanda invocando al genio Bartimeo. ¿Conseguirá Nathaniel aquello que tanto ambiciona? ¿Se verá recompensada su mente y su esfuerzo?

Sin lugar a dudas, esta serie guarda mucho texto entre líneas, pero quizá lo más increíble es que sin buscar ese sentido explícito, puedes disfrutar de una novela brillante con una originalidad deslumbrante. A su vez, nos encontramos con mucho humor, acción y una dualidad de personalidades que chocan entre si durante la continuidad de toda la saga.

En cuanto a aspectos formales, la traducción es muy buena, muy fiel tanto en los relatos serios como humorísticos. El lenguaje es sencillo y claro, aunque los nombres de los demonios a partir del segundo libro empiezan a abundar, pero nada que ver con Cenizas Alas de Ángel.

Es una novela que recomiendo con creces cuando no tienes nada que leerte y necesitas algo entretenido, que enganche y con un toque de humor sarcástico. Recomendado para edades superiores a 14, si el crio es medianamente avispado, si no 16.

¡Soy yo, Bartimeo,
Sakhr al-Yinni, N’Gorso el Poderoso y la Serpiente de las Plumas de Plata!
¡He librado miles de batallas y de todas he salido victorioso! He destruido entes mucho más poderosos que tú!
Ramuthra huyó ante mi magnificencia. Tchue se refugió en una grieta de la tierra ¡Hopeo la bicha se comió su propia cola y acabó tragándose a sí misma para no tener que enfrentarse a mi cólera!

Ahora te desafío a ti ¡ven y da la cara!

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